Visibilidad del estado del sistema: el sistema siempre debería mantener informados a los usuarios de lo que está ocurriendo.
Relación entre el sistema y el mundo real: el sistema debería hablar el lenguaje de los usuarios.
Control y libertad del usuario: a veces los usuarios eligen funciones por error y necesitan una salida de emergencia.
Consistencia y estándares: los usuarios no deben cuestionarse si las acciones significan lo mismo que en las convenciones establecidas.
Prevención de errores: realizar un diseño preventivo en la ocurrencia de problemas.
Reconocimiento antes que recuerdo: se deben hacer visibles los objetos, acciones y opciones y ser recuperables cuando sea necesario.
Flexibilidad y eficiencia de uso: lo accesos directos ofrecen una interacción más rápida a los usuarios expertos.
Estética y diseño minimalista: los diálogos no deben contener información que es irrelevante o poco usada.
Ayudar a los usuarios a diagnosticar y recuperarse de errores: los mensajes de error deben ser claros y simples y sugerir una solución.
Ayuda y documentación: es necesario ofrecer apoyo fácil de buscar y con foco en lo importante.
El tamaño de la fuente no solo debe adaptarse al tamaño de la pantalla, sino que también ha de tener en cuenta la distancia normal que hay entre esta y el usuario.
Seguramente dicha distancia será menor para la pantalla de un smartphone que para grandes monitores de un equipo de mesa. El tamaño de la fuente también depende de la resolución de la pantalla.
El interlineado debería ajustarse siempre a la pantalla, el interlineado justo para una buena legibilidad depende, entre otras cosas, de la longitud de las líneas.
El diseño de la página ha de dejar, asimismo, suficientes espacios tipográficos o áreas sin escritura en el fondo, ya que esto también repercute en la legibilidad de un texto.
No hay que olvidar, por otro lado, que el color de la fuente debería ser algo más intenso y el contraste algo más alto para una mejor visualización en pantallas pequeñas.
Los dispositivos móviles no se usan siempre en espacios cerrados, sino precisamente en movimiento y en espacios abiertos, donde no siempre se pueden controlar las condiciones atmosféricas de luz.
La accesibilidad se trata de empatizar con el usuario, y tener una web no accesible, supone dejar de lado a casi 50 millones de habitantes de América Latina.
Existe un porcentaje de la población con problemas para percibir los colores, ya sea a la hora de diferenciar determinados colores o porque padecen alguna forma de ceguera que solo les permite percibir un espectro reducido de colores.
El contraste de luminosidad entre el color del fondo y el color del texto debe ser suficiente para garantizar una buena legibilidad del texto en situaciones desfavorables de mucha luz, pantallas con poco contraste o brillo y para personas con problemas de visión.
Las pautas de accesibilidad del contenido web establecen en su nivel AA el ratio de contraste suficientes de 4.5 para textos menores a 18 puntos y de 3 para textos mayores a 18 puntos.
Podemos decir que con mayor contraste mayor facilidad de lectura del texto, con independencia de la combinación de colores.
En la mayoría de las situaciones, lo más recomendable es texto negro sobre fondo blanco o colores muy cercanos a estos, como gris oscuro y tonos sepia.